domingo, 3 de agosto de 2014

EntreTiempos

Entre un microrrelato y otro; entre la novela a editar y la que estoy escribiendo... dibujos y citas o pensamientos sueltos, refranes... 

miércoles, 2 de julio de 2014

La primera vez

Qué dirías si supieras que con el primer pétalo deshojado dejé caer mis temores, con el segundo mis prejuicios y con el tercero mi vergüenza. Se deslizaron los otros, uno a uno hasta dejarme desnuda. Sólo el tallo quiso resistir con sus espinas guerreras.
Entonces en el primer beso de rocío se arqueó esperanzado mi cáliz. El viento tarareó una bossa nova en las notas de Vinicius y los estambres latieron enamorados. Qué dirías si supieras que volví a arquear mi cáliz; que brotó mi néctar y que  mi gineceo recibió un soplo fecundo y amarillo iridiscente de la luna. 

jueves, 8 de mayo de 2014

Causalidad

Me habían dicho que el mar es inmenso; que puede ser azul, verdoso o gris, según el cielo; que acaricia la arena, y que ésta puede ser blanca, amarillenta o negra; que sus aguas son cálidas o frías; que le inventaron historias de sirenas; que esconde barcos hundidos; que antiguamente navegaban siguiendo las estrellas; que da miedo en un día de tormenta; que gime, ruge o susurra; que inspira a los poetas. 
Me habían dicho que es maravilloso; que fuera... Pero nunca me dijeron que allí, frente al mar, al bajar corriendo los médanos, caería en los brazos del amor.

jueves, 20 de marzo de 2014

Metamorfosis en el espejo

Todos los días veo cambios, imperceptibles a la mirada ajena. Yo sé que es así. Muda mi nariz, ligeramente más gruesa cada día; en los alrededores de mis ojos y mi boca pequeños pliegues fláccidos intentan apoderarse de ellos. Que estas loca, que qué disparates decís; placebos verbales inyectados en mis oídos sin resultado. Los que me quieren, mienten. Aunque si me saco los anteojos pareciera que estoy igual que antes, antes de la menopausia, con la piel ajustada, como un guante de cabritilla es a la mano. Y si cierro los ojos mi esquema corporal se remonta a aquella imagen fresca, se resiste al cambio conceptual. Entonces rompo todos los espejos de mi casa y sigo de largo ante cualquier objeto que me refleje, porque quienes mienten son los espejos. 

(Digresión, más de 100 palabras) 

martes, 25 de febrero de 2014

Nunca antes de la víspera

Fotografía de Gonzalo Gaviño Romero
Hace noches que la observo, ella aún no lo sabe. No se puede dormir. Acomoda la almohada. Abre los ojos y mira las sombras de su habitación. Mientras, espero...
Hace noches que no quiero cerrar los ojos pues mi mente se quiere escapar de mi cabeza. La siento diluirse, fragmentarse  y hacer presión. Creo que es mi hora, muero; entonces pienso: no mien-
tras esté durmiendo. Entro en pánico. Logro razonar y suplanto las palabras por una melodía. Engañé mis pensamientos...
Hace noches que las observo. La primera está equivocada, la segunda también. Aún no lo saben, hay que darles tiempo. 

domingo, 16 de febrero de 2014

Plena


Preparó la habitación de su niño con caracolas marinas, colores pasteles y puntillas. La roció con gotas de arena y sal. La iluminó con la iridiscencia del sol. La cuna, de madera pintada de blanco, ubicada en el mejor lugar y al lado, para poder mirarlo con sus anhelos soñados, un gran sillón. Lo esperó nueve meses y al fin lo tiene pegado a su seno:  manito de rosa, carita redonda perfumada de besos y rulos castaños de hilos de seda. Lo acaricia. Lo acuna. Le murmura viejas palabras de espumas oceánicas, mientras él bebe que bebe todo su ser. 





lunes, 10 de febrero de 2014

Y le juro

Fotografía de Mariano Gaviño Romero 
Y fue lo último que escuché: ¡Anaaa! Y  la "a" quedó rebotando como pelotas en el patio del colegio, con ese repicar hueco y cada vez más cortito. Y después viró a un zumbido que se incrustó en una de mis dendritas; y ¡zas!, se desparramó a todo el cerebro. Y aún persiste allí, así: zzzzzzzzzzzz.  Y fue en ese instante que me arrancaron de un tirón, hacia atrás; me aspiraron con una rapidez que no se parece a nada. No...  No, tampoco...  Ni siquiera a eso. 

Le juro y le vuelvo a jurar que desde ese día tengo vértigo. 

lunes, 3 de febrero de 2014

Cambio de vida

Aunque no lo creas llegué a esta ciudad en un vuelo de dos semanas. Sí: 14 días y 14 noches. Recalé con la lengua fuera, las patas entumecidas y los ojos secos. Me sentía morir. ¡Y  sin un lugar para acurrucarme! Picoteé algo, lo suficiente para no desmayarme y provocar mi propia muerte, al azar, por algún distraído. Ya repuesto me refresqué en una fuente, ¿podrás creerlo? Me habían dicho que esta ciudad es de locos... puro cemento, vidrios, autos, bocinas; y escasos árboles. Igual partí. Volé. Me vine.
Hoy heme aquí, sentado contento en la rama donde construí mi nido. 

martes, 28 de enero de 2014

Solo en la calle


Foto enviada por Ana Coni
Había un crepúsculo de invierno fríamente aterrador. Estaba solo. El hambre crujía en mis vísceras; las piernas me pesaban. Las miré, estaban moradas. Nadie se dio vuelta a socorrerme. Estaba quieto. Y el color morado ahora subiendo hacia los secos dedos de mi mano. Una mañana de un denso calor. Eso recordé para darle algo de fuerza a las piedras y los ríos de mi alma. Necesitaba de ellos su temple, su ritmo, su canto... Me helaba... Algunas mujeres tuvieron miedo de mi y se alejaron, en cambio dos amantes se acercaron a verme. ¿Necesita ayuda? Por favor, les respondí. 


sábado, 18 de enero de 2014

Los planos



Cuando Andrés Cuello llegó a la isla en busca del plano de la casa de su abuelo se asombró porque la oscuridad y la estreches contrastaban con su memoria. Se instaló en el hotel, el edificio ocre, que antiguamente fue palacio virreinal. En la mañana recordó el colorido de sus calles aunque no encontró ni el camino ni la casa. Tampoco el plano en el edificio color berenjena. Entonces solicitó uno de la isla y la caminó en pocas horas. Se la devoran las plantas, pensó antes de dormirse mientras que, sin percatarse, algunas líneas del plano comenzaron a desaparecer.

lunes, 13 de enero de 2014

Pueblito loco

Ilustrado por María Chanourdie 
En este pueblito loco todo era cosa de locos. Por eso me fui. Había un cura que se creía Dios, una señora rica que se decía pobre y otra pobre que se sentía reina... Por eso me fui. La luna salía de día y el sol, de noche. Por eso me fui. Los caricias eran golpes, los besos mordiscos y los insultos cordiales palabras dichas en susurros. Por eso me fui. Se lloraba en los cumpleaños y se reía en los velatorios. Por eso me fui. De lunes a viernes se descansaba. Sábados y domingos se trabajaba. Por eso... volví. 

jueves, 9 de enero de 2014

¿Será cierto?

¿Alguien sabe de ésto? Leí en el diario de la mañana que "llegó a la Argentina la solución inmediata a su dolor". ¿Dónde?, me pregunté inmediatamente y continué buscando  información. En el barrio de Palermo, decía la letra chiquita del anuncio, a tres cuadras de plaza Serrano. Y sin mayor especificaciones hacia allí fui. 
En el hueco chico de un terreno y dibujado sobre una tela negra a modo de telón, se veía rojamente una casa de té china, dos árboles y un puente; y además un cartelito que decía:

¡PASE! LO ESTOY ESPERANDO
PUES SUFRIR NO ESTÁ DE MODA 

Promesa

¿Ves?, aquella casa es la mía. Fría. Solitaria. Abandonada. Destartalada. Desamparada. Con olor a humedad. En medio de la nada. En medio de mi nada. Desolada. Descascarada. Agrietada. Con gusto a sal. No, el gusto a sal está en mi boca. Y en tu boca. ¿No te vas a arrepentir? Mira que me prometiste que volvería a ser la de antes. Poblada. Ruidosa. Abierta. Perfumada. Con olor a budín. En la cima de mi sierra. En la cima de nuestra vida. Nueva. De a dos. Con vos. Juntos. Para siempre. Sin engaños. De la mano. De frente... ¿Te ríes? ¡Sí!

Imprudencia


Esa mañana me levanté temprano -extraño en mi- a retirar los pequeños afiches que había mandado a imprimir. No me sentía bien... en realidad desde hacía tiempo, pero no le prestaba atención a los timbres de mi cuerpo. Me bañé, perfumé, cerré cada una de las puertas de casa, saqué el auto y partí. No me siento bien, me dije. Y de un respiro profundo hasta el estómago expulsé de mi mente esa sensación. Lo último que vi, antes de caer en un limbo de círculos translúcidos que daban vueltas a mi alrededor, fueron las ruedas rojas de una bicicleta. 

El rastro de la noche

La noche vino a buscarme acompañada de una brisa espesa y me envolvió en un sueño de aromas a tierra, agua y sal. Me quedé quieta, percibiendo la cadencia negra de mi melena. Dejándome llevar. Entonces, poco a poco, comencé a hundirme en la placidez tibia del océano. Y fui coral, anémona, arlequín, caballito de mar... Y fui tortuga, mantarraya, tiburón. Mi piel se fue cubriendo, según la ocasión, de rojos, amarillos, verdes, violetas y de acerados grises; de pintitas, rayas y formas diversas. Pero la noche no sólo me dejó ese recuerdo... Cuando abrí los ojos, era una sirena.