jueves, 9 de enero de 2014

El rastro de la noche

La noche vino a buscarme acompañada de una brisa espesa y me envolvió en un sueño de aromas a tierra, agua y sal. Me quedé quieta, percibiendo la cadencia negra de mi melena. Dejándome llevar. Entonces, poco a poco, comencé a hundirme en la placidez tibia del océano. Y fui coral, anémona, arlequín, caballito de mar... Y fui tortuga, mantarraya, tiburón. Mi piel se fue cubriendo, según la ocasión, de rojos, amarillos, verdes, violetas y de acerados grises; de pintitas, rayas y formas diversas. Pero la noche no sólo me dejó ese recuerdo... Cuando abrí los ojos, era una sirena.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¡Espero tus comentarios!