martes, 28 de enero de 2014

Solo en la calle


Foto enviada por Ana Coni
Había un crepúsculo de invierno fríamente aterrador. Estaba solo. El hambre crujía en mis vísceras; las piernas me pesaban. Las miré, estaban moradas. Nadie se dio vuelta a socorrerme. Estaba quieto. Y el color morado ahora subiendo hacia los secos dedos de mi mano. Una mañana de un denso calor. Eso recordé para darle algo de fuerza a las piedras y los ríos de mi alma. Necesitaba de ellos su temple, su ritmo, su canto... Me helaba... Algunas mujeres tuvieron miedo de mi y se alejaron, en cambio dos amantes se acercaron a verme. ¿Necesita ayuda? Por favor, les respondí. 


sábado, 18 de enero de 2014

Los planos



Cuando Andrés Cuello llegó a la isla en busca del plano de la casa de su abuelo se asombró porque la oscuridad y la estreches contrastaban con su memoria. Se instaló en el hotel, el edificio ocre, que antiguamente fue palacio virreinal. En la mañana recordó el colorido de sus calles aunque no encontró ni el camino ni la casa. Tampoco el plano en el edificio color berenjena. Entonces solicitó uno de la isla y la caminó en pocas horas. Se la devoran las plantas, pensó antes de dormirse mientras que, sin percatarse, algunas líneas del plano comenzaron a desaparecer.

lunes, 13 de enero de 2014

Pueblito loco

Ilustrado por María Chanourdie 
En este pueblito loco todo era cosa de locos. Por eso me fui. Había un cura que se creía Dios, una señora rica que se decía pobre y otra pobre que se sentía reina... Por eso me fui. La luna salía de día y el sol, de noche. Por eso me fui. Los caricias eran golpes, los besos mordiscos y los insultos cordiales palabras dichas en susurros. Por eso me fui. Se lloraba en los cumpleaños y se reía en los velatorios. Por eso me fui. De lunes a viernes se descansaba. Sábados y domingos se trabajaba. Por eso... volví. 

jueves, 9 de enero de 2014

¿Será cierto?

¿Alguien sabe de ésto? Leí en el diario de la mañana que "llegó a la Argentina la solución inmediata a su dolor". ¿Dónde?, me pregunté inmediatamente y continué buscando  información. En el barrio de Palermo, decía la letra chiquita del anuncio, a tres cuadras de plaza Serrano. Y sin mayor especificaciones hacia allí fui. 
En el hueco chico de un terreno y dibujado sobre una tela negra a modo de telón, se veía rojamente una casa de té china, dos árboles y un puente; y además un cartelito que decía:

¡PASE! LO ESTOY ESPERANDO
PUES SUFRIR NO ESTÁ DE MODA 

Promesa

¿Ves?, aquella casa es la mía. Fría. Solitaria. Abandonada. Destartalada. Desamparada. Con olor a humedad. En medio de la nada. En medio de mi nada. Desolada. Descascarada. Agrietada. Con gusto a sal. No, el gusto a sal está en mi boca. Y en tu boca. ¿No te vas a arrepentir? Mira que me prometiste que volvería a ser la de antes. Poblada. Ruidosa. Abierta. Perfumada. Con olor a budín. En la cima de mi sierra. En la cima de nuestra vida. Nueva. De a dos. Con vos. Juntos. Para siempre. Sin engaños. De la mano. De frente... ¿Te ríes? ¡Sí!

Imprudencia


Esa mañana me levanté temprano -extraño en mi- a retirar los pequeños afiches que había mandado a imprimir. No me sentía bien... en realidad desde hacía tiempo, pero no le prestaba atención a los timbres de mi cuerpo. Me bañé, perfumé, cerré cada una de las puertas de casa, saqué el auto y partí. No me siento bien, me dije. Y de un respiro profundo hasta el estómago expulsé de mi mente esa sensación. Lo último que vi, antes de caer en un limbo de círculos translúcidos que daban vueltas a mi alrededor, fueron las ruedas rojas de una bicicleta. 

El rastro de la noche

La noche vino a buscarme acompañada de una brisa espesa y me envolvió en un sueño de aromas a tierra, agua y sal. Me quedé quieta, percibiendo la cadencia negra de mi melena. Dejándome llevar. Entonces, poco a poco, comencé a hundirme en la placidez tibia del océano. Y fui coral, anémona, arlequín, caballito de mar... Y fui tortuga, mantarraya, tiburón. Mi piel se fue cubriendo, según la ocasión, de rojos, amarillos, verdes, violetas y de acerados grises; de pintitas, rayas y formas diversas. Pero la noche no sólo me dejó ese recuerdo... Cuando abrí los ojos, era una sirena.