Había un crepúsculo de invierno fríamente aterrador. Estaba solo. El hambre crujía en mis vísceras; las piernas me pesaban. Las miré, estaban moradas. Nadie se dio vuelta a socorrerme. Estaba quieto. Y el color morado ahora subiendo hacia los secos dedos de mi mano. Una mañana de un denso calor. Eso recordé para darle algo de fuerza a las piedras y los ríos de mi alma. Necesitaba de ellos su temple, su ritmo, su canto... Me helaba... Algunas mujeres tuvieron miedo de mi y se alejaron, en cambio dos amantes se acercaron a verme. ¿Necesita ayuda? Por favor, les respondí.
A diferencia de los otros relatos en éste la historia surgió sola, sin apoyo visual, fue un ejercicio para la "clínica de novela". Luego, al recibir la fotografía, ajusté tan sólo una palabra. Te invito a que dejes una nueva historia inspirada en la foto que envió Ana. Gabriela
A diferencia de los otros relatos en éste la historia surgió sola, sin apoyo visual, fue un ejercicio para la "clínica de novela". Luego, al recibir la fotografía, ajusté tan sólo una palabra.
ResponderBorrarTe invito a que dejes una nueva historia inspirada en la foto que envió Ana.
Gabriela